
Di adiós al estrés y gana calidad de vida
Las prisas, las obligaciones y responsabilidades o las largas jornadas de trabajo, pueden generar estrés, entendido como una situación de sobrecarga o de presión, que genera un sentimiento de tensión física o emocional asociado a estas situaciones o pensamientos que nos resultan amenazadores, frustrantes o desafiantes.
Sentir algo de estrés es normal y sano para identificar que estamos en una situación peligrosa y ponernos en alerta para reaccionar de manera adecuada. Pero si no disponemos de suficientes recursos para resolver este desafío y la situación nos sobrepasa, se generarán niveles de estrés excesivos, que pueden desembocar en distintos síntomas o consecuencias perjudiciales para nuestra salud.
Según el estudio “Percepción y hábitos de la población española en torno al estrés”, casi 12 millones y medio de españoles (12.413.000) sienten que lo sufren de manera habitual en su vida diaria y uno de cada tres pacientes que acude al médico de cabecera en España presenta síntomas derivados del estrés. Por ello, desde la Asociación Valverdeña de la Enfermedad de Andrade, queremos hablarte del estrés, de cómo afecta a nuestra salud y cómo podemos manejarlo
Problemas de salud asociados al estrés
Si el estrés se mantiene en el tiempo, puede acelerarse la progresión de enfermedades crónicas y desencadenar numerosas enfermedades físicas y trastornos mentales:
Alteraciones y patologías físicas
Sistema inmunológico: la hiperactivación reduce la competencia inmunológica del organismo, aumentando el riesgo de padecer infecciones (gripes, herpes…) o alergias. Además, la evolución de enfermedades inmunológicas como el cáncer es más favorable.
Alteraciones digestivas y gastrointestinales: el sistema digestivo tiene problemas para funcionar de manera correcta, ralentizando o paralizando dichas funciones. Es muy frecuente la aparición del dolor de estómago, diarrea, gases, estreñimiento, acidez, digestiones pesadas, vómitos… Con el tiempo, existe la posibilidad de desarrollar enfermedades como la colitis ulcerosa, el colon irritable o úlcera gástrica.
Sistema cardiovascular: el estrés está muy relacionado con las enfermedades coronarias, ya que aumenta la frecuencia cardiaca y la presión arterial, acelerando el estrechamiento de las arterias como consecuencia de la acumulación en la sangre de sustancias como el colesterol.
Sistema endocrino: por otro lado, es el causante de una mayor concentración de azúcar en la sangre, incrementando la probabilidad de sufrir sobrepeso y obesidad, que son factores de riesgo para la diabetes.
Sistema respiratorio: el aumento del ritmo en la respiración prolongada en el tiempo puede dar lugar a episodios de hiperventilación y/o sensación de falta de aire.
Sistema reproductor y sexualidad: el estrés puede probocar irregularidades en las menstruaciones, una mayor probabilidad de aborto, disminución de la fertilidad, reducción o desaparición del deseo sexual, disfunción eréctil, etc.
Problemas dermatológicos: cuando sufrimos estrés, el organismo no regula correctamente la hidratación de la epidermis y la sequedad favorece la aparición de dermatitis o la caída del cabello. También es muy frecuente el eczema o el acné, y un mayor riesgo de brotes de psoriasis en quienes padecen esta enfermedad.
Alteraciones psicológicas y mentales
Trastornos de ansiedad: pese a que la ansiedad y el estrés no son sinónimos, es común que el estrés derive en ansiedad. La ansiedad no es del todo negativa, de hecho ninguna emoción lo es, y cumple la función de poner en alerta al organismo y lo incita a activar sus mecanismos de defensa ante un conflicto. Se convierte en un problema para la salud si es excesiva o desproporcionada y comienza a alterar el estado psicofisiológico, el bienestar, el comportamiento y la vida diaria de la persona. En estos casos, se puede llegar a sufrir estos trastornos:
Ansiedad generalizada: se dan síntomas muy intensos de ansiedad sin una causa real que los provoque y sin control por parte de la persona afectada.
Ataque de pánico: aparece repentinamente un miedo intenso acompañado de la sensación de pérdida de control por el incremento brusco de síntomas como dolor en el pecho, miedo a morir, mareo, temblor, sensación de falta de aire…
Fobia: el pánico intenso y angustioso que se siente ante algunas circunstancias o estímulos.
Trastorno obsesivo-compulsivo: ideas o pensamientos obsesivos sin control que provocan una fuerte angustia que se trata de neutralizar con conductas repetitivas.
Estrés postraumático: se da cuando una situación traumática en la que la persona ha sufrido o podido sufrir un daño físico o psicológico.
Trastornos del estado de ánimo: cuando hay episodios de estrés en el tiempo, puede aparecer la depresión, que se caracteriza por sentimientos persistentes de tristeza, ansiedad, vacío, desesperanza, pesimismo, culpa, irritabilidad e inquietud.
Trastornos psicofisiológicos: se somatizan las emociones negativas y se llegan a sufrir las alteraciones físicas vistas anteriormente sin una causa clara o definida: problemas musculares, cansancio, dolores de cabeza, hipertensión, eczemas…
¿Cómo se puede tratar el estrés?
Para reducir y mitigar el impacto del estrés sobre nuestra salud, debemos trabajar su causa, con herramientas que nos ayuden a aceptar esas circunstancias y mejorar nuestra conducta ante ellas, y con la incorporación de hábitos de vida saludables.
Si es conveniente, nos podemos poner en manos de un profesional que nos ayude en este proceso, además de poner en práctica estos consejos:
Relajación: para desactivar fisiológicamente el organismo, activando áreas del cerebro relacionadas con la atención y la resistencia al estrés.
Meditación y mindfulness: practicar la meditación de manera regular reduce el cortisol y la actividad del sistema nervioso simpático.
Yoga, tai chi y pilates: nos ayudará a restablecer y mantener el equilibrio físico y psicológico.
Musicoterapia: la música puede ser una gran aliado frente a las situaciones de estrés, siendo mejor los ritmos lentos y pausados y que no evoquen recuerdos negativos.